Discursos del trabajo en excombatientes de las FARC. Barreras sociolaborales en la reintegración

Discourse of Work among Former Combatants of the FARC. Socio-Labor Barriers to Reintegration

Edwin Alexander Hernández Zapata edwin.hernandezz@campusucc.edu.co 1

Milton Danilo Morales Herrera milton.morales@upb.edu.co 2

Diana Vanessa Vivares Porras dianavanessavivaresporras@fumc.edu.co 3

1 Universidad Cooperativa de Colombia

2 Universidad Pontificia Bolivariana

3 Fundación Universitaria María Cano

Envío: 2020-09-21

Aceptado: 2021-03-25

First View: 2021-06-29

Publicación: 2021-08-31

RESUMEN: A partir del análisis del discurso se identifican los significados y barreras sociolaborales percibidas por excombatientes de las FARC frente al escenario de postconflicto, que deben ser comprendidas para establecer marcos de actuación en el proceso de construcción de paz. El repertorio interpretativo estar-tachado se muestra como marca ontológica en el excombatiente que le priva para acceder a distintos escenarios sociales y que entorpece la configuración identitaria, fomentando sentimientos de anulación de su utilidad civil.

Palabras clave: conflicto armado; reintegración social; excombatientes; paz.

ABSTRACT: Discourse analysis is used to identify the meanings and socio-labor barriers perceived by former FARC combatants in the post-conflict scenario, which must be understood to establish frameworks for action in the peace-building process. The interpretative repertoire «to be crossed out» is shown as an ontological mark in the former combatant that deprives him of access to different social settings and that hinders the identity configuration, fostering feelings of nullification of his civil utility.

Keywords: work; armed conflict; social reintegration; former combatants; peace.

I. INTRODUCCIÓN

Los trabajos de Galtung (1984 y 2003) sobre la historia y resolución de conflictos armados en el mundo evidencian que todo acuerdo y proceso de paz comienza con prácticas político-jurídicas que comprometen e institucionalizan las voluntades de las partes en conflicto. Sin embargo, estas prácticas no son la paz misma, sino una condición inicial de ella. Que lleva a considerar que los acuerdos de paz por sí mismos no son suficientes para comprender y reparar el tejido social roto y las heridas simbólicas, físicas, imaginarias y emocionales de las personas afectadas. Por tanto, se debe entender la finalización de un conflicto armado y la construcción de paz como «un proceso dinámico, no secuencial, con altibajos y que implica diversos retos y frentes de acción paralelos» (Rettberg, 2012, p. 4).

Según lo anterior, además de lo político-jurídico se requiere el abordaje de dimensiones como la identitaria, afectiva, familiar, sanitaria, laboral, educativa y económica; soportes constitutivos de la subjetividad, identidad y bienestar de las personas y comunidades, que, en último término, son las que justifican y legitiman la sostenibilidad y el éxito de los acuerdos. Adicionalmente, es necesario un enfoque de paz territorial, entendido por Cairo y Ríos (2019) como un campo de acción para la implementación de los acuerdos de paz, que va más allá de la negociación del cese al fuego, reconociendo la diversidad histórico-cultural del país y las afectaciones particulares derivadas del conflicto. Así, Ríos y Cairo (2018), a través del análisis del discurso geopolítico, desarrollan un conocimiento sistemático para interpretar y representar diversos procesos políticos, como el proceso de paz en Colombia, señalando la importancia de descentralizar el poder como condición para suplir las necesidades locales, la incorporación de las regiones olvidadas y el fomento de su participación sociopolítica.

Consecuentemente, los últimos procesos de paz en Colombia comenzaron con estrategias político-jurídicas que en su implementación produjeron nuevos marcos sociales, legales, relacionales e interpretativos que, aunque dilemáticos e inciertos, han coadyuvado a la desactivación del conflicto armado, teniendo impactos significativos en la reconfiguración de la subjetividad de las víctimas, los excombatientes y la sociedad civil. Lo cual está haciendo ingresar a Colombia en el espectro de países que han decidido resolver sus conflictos mediante la política democrática y no mediante el derramamiento de sangre. En esta vía, entre 2003 y 2006 se desarrolló el proceso de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que ha posibilitado a día de hoy la desmovilización de 36.394 combatientes; y en 2016 el acuerdo final para la terminación del conflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo1 (FARC-EP) que ha permitido la desmovilización colectiva de 14.001 combatientes a los que se suman 19.930 desmovilizaciones individuales (ARN, 2021). No obstante, los efectos del postconflicto empiezan a desbordar el plano político-jurídico de la paz, mostrando la importancia de atender otras dimensiones de tipo cultural, social, económico, psicológico y psicosocial, como condiciones de éxito del proceso de construcción de paz.

A esta comprensión multicausal y compleja de la paz responde el plan de acompañamiento e intervención que ha implementado el Estado con personas desmovilizadas y en proceso de reintegración a la vida civil, mediante la creación de entidades como la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), que desde 2003 tiene como misión diseñar, coordinar e implementar los procesos de reintegración integral mediante la promoción y atención de la dimensión personal, productiva, familiar, sanitaria, ciudadana, educativa y de seguridad; esto sobre el entendido de que no es posible una paz estable y duradera si no se atienden las raíces culturales y psicosociales del postconflicto, el conflicto y el malestar social que lo generó. La siguiente imagen muestra las dimensiones del proceso de reintegración estipuladas por la ARN.

Figura 1. Dimensiones de la Ruta de Reintegración

Fuente: ARN, 2020c.

La dimensión productiva busca generar capacidades para el goce efectivo de derechos económicos. Desde los acuerdos de paz se estipuló que la reincorporación requiere, por un lado, de apoyo económico transitorio, asignándose tres beneficios durante el proceso: la asignación única de normalización, otorgada una sola vez al inicio del proceso para satisfacer necesidades primordiales; renta básica mensual, equivalente al 90 % del salario mínimo legal vigente otorgado durante 24 meses siempre y cuando no se tenga vínculo laboral; apoyo para proyectos productivos, otorgado una sola vez para apalancar unidades de negocio individuales o colectivas. Por otro lado, se brinda capacitación para el ingreso al sistema laboral y financiero, mediante formación en distintos sectores productivos y para el desarrollo de proyectos autogestionarios (ARN, 2021).

De ese amplio espectro de condiciones psicosociales necesarias para la finalización del conflicto armado y la construcción de paz, este artículo considera que el trabajo constituye una dimensión fundamental. A pesar del esfuerzo de la ARN, las cifras muestran que uno de los efectos colaterales de la desmovilización y de otros factores sociopolíticos relacionados es el progresivo incremento del desempleo que, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE, 2020), en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) muestra cifras alarmantes: 2015: 8,9 %; 2016: 9,2 %; 2017: 9,4 %; 2018: 9,7 %; 2019: 10,5 %, y 2020: 13,3 % esto sin tener en cuenta los consabidos subregistros. Así, la ARN (2020a) reporta que, de las 5.859 personas en proceso de reintegración (PPR) al 20 de abril de 2020, se registran 1.421 desocupados, 0 ocupados en el sector formal, 3.737 en el sector informal y 701 corresponden a población económicamente inactiva. Así mismo, de los 25.171 que han culminado el proceso, 1.689 se registran desempleados, 3 ocupados en el sector formal, 19.573 en el sector informal, 2.191 corresponden a población económicamente inactiva y de 1.611 no se tiene información. Lo anterior desconcierta, pues, al histórico problema estructural de desempleo en Colombia, se suma la presencia de al menos 75.207 personas que entre 2001 y 2020 salieron de grupos armados (ARN, 2020b) y que para vincularse al escenario laboral encuentran obstáculos objetivos (condiciones laborales realmente existentes) y subjetivos (labilidad identitaria y débil competencia laboral) que si no se intervienen serán potenciales obstáculos para la paz. Además, a este contexto se suma la migración masiva de venezolanos que hace más complejo el panorama laboral.

Es necesario entender que las condiciones laborales en Colombia no están desarticuladas de las transformaciones mundiales, donde priman modelos de producción, organización y regulación del trabajo de tipo flexible, precario y posfordista; imponiendo cambios en los modos de producción económica vinculados a procesos de internacionalización, desterritorialización y globalización. Una consecuencia directa de esto es el incremento de la competitividad, la innovación y la variabilidad de la demanda, así como el fuerte crecimiento del sector servicios y la tercerización del trabajo. Por otro lado, la apropiación de tecnologías de información, comunicación y producción por parte de las empresas ha facilitado la rápida sustitución del talento humano, la disminución del trabajo físico y el incremento del trabajo cognitivo, así como la reducción de los niveles jerárquicos en las organizaciones y la individualización de responsabilidades laborales, que lleva a que el trabajador sea concebido más como empresario de sí mismo que como un empleado estable al estilo fordista (Carnoy, 2001 y Fumagalli, 2010).

Es así como nuevos paradigmas de producción y organización del trabajo han permeado la industria colombiana; formas de regulación del mundo laboral que obstaculizan la reintegración de los excombatientes, pues su socialización laboral no ha estado vinculada históricamente al trabajo clásico, sino al conflicto armado, y cuya procedencia sociocultural es generalmente rural, campesina e indígena. Esto indica que el mundo laboral al que intentan integrarse es un mundo extraño, para el que no cuentan con las competencias requeridas. Esto lo expone Thorsell (2013), quien encuentra que las características de los excombatientes no se acogen a los perfiles y demandas empresariales contemporáneas. Roldán (2013) señala que los desmovilizados no son empleados comunes, poseen particularidades que implican mayores esfuerzos para el logro de la vinculación laboral, razón por la cual se implementan acciones específicas para su favorecimiento, entre estas: la creación de beneficios tributarios a empresas que los incluyan en su planta laboral y el otorgamiento de microcréditos para desarrollar sus propias iniciativas económicas.

Consonantemente, otro aspecto determinante en su reintegración laboral tiene que ver con el estigma y la discriminación, en el ámbito empresarial, donde se conservan creencias estereotipadas respecto a su peligrosidad e incompetencia; atribuyéndoles rasgos deficitarios que los hacen pasar por personas psicológicamente afectadas, deterioradas moralmente y no dignas de confianza. Así lo exponen Sandoval et al. (2018), señalando una polarización de los empresarios frente a la decisión de vincular excombatientes en sus empresas, en su investigación el 40 % de empresarios los contratarían, el 33 % no los vincularían y el 27 % muestran una posición indecisa. En esta línea, Toca (2017) advierte que la discriminación ejercida por los empresarios fue clara en el plebiscito por el y el no a los acuerdos de paz, al no mostrar sentido de responsabilidad social a través del desarrollo de acciones pedagógicas para difundir el acuerdo y apoyar la reintegración social. De forma contraria, se encargaron de difundir los beneficios económicos y políticos en diferentes medios de comunicación, exponiéndolos en términos de beneficios no merecidos, promoviendo resentimiento social con la intención de objetivar a los excombatientes como grupo enemigo, constituyendo prejuicios que actúan como barreras psicosociales para la construcción de paz. Una muestra de ello es que existen sectores productivos vetados para esta población, por ejemplo, el sector financiero según lo indica Roldán (2013), donde los mismos empleadores manifiestan abiertamente que las características de estas personas generan ambientes de desconfianza que impiden su contratación.

Adicionalmente, otro aspecto determinante en el éxito y/o fracaso de los procesos de reintegración socioeconómica es la comprensión de las dimensiones subjetivas e identitarias de dichos actores (especialmente en el contexto laboral), porque no están configurados de la misma manera que alguien que ha crecido en la ciudad. En este sentido, se sostiene que la Persona en Proceso de Reintegración (en adelante PPR) es un sujeto sin identidad laboral definida; su trayectoria relacional ha sido tejida en escenarios simbólicos distintos, bajo el dominio de las armas, los uniformes, la violencia, etc.; elementos en los cuales se enarbolan ideologías y prácticas políticas comunes que confieren identidad (Castro y Díaz, 1997).

Frente a lo anterior, Lara (2016) habla de las transformaciones subjetivas de los excombatientes, quienes han construido su identidad en escenarios de poder coercitivo, mientras en la vida civil deben construir una identidad a partir de significantes asociados al estudio, el trabajo y el dinero. Así, al dejarse el fusil y el uniforme, se retiran dos fuertes componentes de la identidad guerrillera, renuncia que invita a desarrollar nuevas estrategias de resolución de conflictos y relacionamiento; transformaciones que constituyen un proceso complejo que, según Roldán (2013), toma tiempo, esfuerzo y requiere de la desestructuración de estigmas, debido a que los desmovilizados se sienten discriminados, ocultando muchas veces información sobre su pasado durante los procesos de selección y en la cotidianidad del trabajo, debido al miedo a perder oportunidades laborales.

Dado este panorama, el aporte y originalidad de este trabajo consiste en asumir el análisis del discurso como perspectiva teorética para comprender cómo el posible éxito y/o fracaso en la construcción de paz en un escenario de postacuerdo se relaciona estrechamente con el vector de reintegración sociolaboral de los excombatientes. El trabajo no es una variable más dentro del proceso de reincorporación a tenerse en cuenta para analizar su impacto o la calidad de vida de estos; es ante todo una plataforma para reelaborar una subjetividad, a partir de la cual han de presentarse en el nuevo escenario social. El análisis del discurso permite precisamente explorar lo que significa el trabajo para ellos, el sentido que le otorgan en su trama vital y las barreras laborales que encuentran en sus procesos de reintegración. Desde esta perspectiva se considera que sus prácticas lingüísticas sostienen y promueven determinadas relaciones, descripciones sobre el mundo, sobre su situación política y la del país; permitiendo «sacar a la luz el poder del lenguaje como una práctica constituyente y regulativa» (Íñiguez, 2011, p. 58). Así, analizar sus discursos es un camino predilecto para comprender sus experiencias de trabajo y, a partir de allí, pensar y ofrecer herramientas que posibiliten procesos de reintegración laboral más significativos. Esto implica que una reintegración laboral exitosa no es responsabilidad exclusiva del excombatiente, es necesario el trabajo mancomunado de la sociedad civil, el gobierno, la academia, el sector empresarial, entre otros.

Según las anteriores consideraciones, asumiendo una perspectiva teórica psicosocial y metodológica cualitativa, este artículo se propone explorar y comprender los discursos sobre el trabajo, los procesos de subjetivación y las barreras laborales percibidas por los excombatientes en el marco del postconflicto colombiano. En síntesis, el problema de investigación queda formulado en la siguiente pregunta: ¿Qué discursos del trabajo tienen y qué prácticas de reintegración laboral realizan personas desmovilizadas adscritas a la Agencia de Reincorporación y Normalización en el departamento de Antioquia?

I.1. Significados sobre el trabajo

Como señalan Cantera et al. (2009), el trabajo moderno comprende articulaciones entre elementos sociales e individuales, estableciendo formas de significar la experiencia humana y paralelamente hacer un análisis de la estructura social, toda vez que la obtención de un bien material es un importante factor de estructuración psicológica y un organizador de la vida cotidiana. Así, dadas las características del mundo contemporáneo que experimenta con gran ímpetu los impactos de la globalización, una actividad como el trabajo no queda al margen de dichos movimientos sociohistóricos, experimentando una serie de avatares y efectos, como los fenómenos de precarización, tercerización y desempleo; entendidos como productos que se constituyen en el seno de un dispositivo que genera nuevos modos de subjetivación laboral. Así, el trabajador no se entiende como una esencia única y auténtica, sino como una forma constituida históricamente a partir de estrategias de poder, esto implica entender la capacidad productiva del poder para constituir a los sujetos que domina (Foucault, 1998 y 2002).

Este artículo analiza los significados sobre el trabajo, siendo indispensable indagar sobre los dispositivos contemporáneos desde los cuales se producen subjetividades laborales, entendiendo como dispositivo aquel conjunto heterogéneo de elementos discursivos y no discursivos que producen al trabajador contemporáneo (Foucault, 1998), señalando que es a un mundo laboral con características particulares donde se efectúa el proceso de reintegración, configurándose una serie de cuestionamientos y reflexiones que jalonan procesos de significación. Así, siguiendo a Foucault (1998 y 2010), se reconoce que cada formación histórica produce significados y sentidos distintos con relación a esta actividad. Por ejemplo, Blanch (2003) refiere que en la antigüedad el trabajo es significado como castigo, lo que nombra polo negativo de la concepción del trabajo, denotado en libros como el Génesis donde la consecuencia del pecado de Adán y Eva es trabajar (Gen. 3:17-19). Este significado como actividad despreciable llega hasta la Roma Clásica, donde estará relacionado con prácticas de esclavitud. Sintetizando, los discursos de estas formaciones históricas que representan el polo negativo del trabajo son puestos a transitar por organismos de saber como la Iglesia y el Ejército, quienes producen una forma específica de sujeto: el esclavo, resultado de un conjunto de prácticas de disciplinamiento.

El paso de la consideración del trabajo como actividad despreciable hacia su polo positivo (Blanch, 2003) implicó una serie de movimientos socioculturales como las reformas protestantes de Lutero, la influencia de teólogos como Richard Baxter y de pensadores como Benjamín Franklin. A partir de sus discusiones el trabajo empieza a concebirse como un instrumento que aleja al hombre del pecado. Ello se pone de manifiesto en planteamientos como los dessarrollados por Weber (2011). Así, los discursos que transitan desde este polo positivo significarán el trabajo como una práctica que dignifica y autorrealiza al hombre. Por otro lado, siguiendo a Álvaro y Garrido (2003), con el desarrollo del capitalismo, los significados sobre el trabajo siguen transformándose. En el capitalismo de mercado, caracterizado por una ética protestante y una conducta ascética, el éxito del trabajo será interpretado como señal de elección divina, implicando simultáneamente que aquellas vidas que no alcanzan el éxito laboral-económico sean concebidas como distanciadas de Dios. Del capitalismo de mercado se pasa a la sociedad de consumo de masas, donde aparece el orden industrial taylorista/fordista, a partir de allí, el trabajo será significado como aquella actividad que satisface los deseos de clase y hace efectiva la distinción social, constituyendo una ética hedonista del trabajador. Posteriormente, con la sociedad de consumo segmentada, los efectos de la globalización exacerban el hedonismo y democratizan el consumo personalizado, por tanto, no trabajar implica no consumir, y en el mundo contemporáneo el consumo se posiciona como práctica dadora de identidad. Es bajo las lógicas de este momento histórico donde el excombatiente significa la práctica del trabajo.

II. Metodología

Acorde con la naturaleza del problema y objetivos de investigación, se asume un diseño metodológico cualitativo, procurando comprender desde la perspectiva de los excombatientes los significados y atribuciones que realizan en torno al trabajo y los fenómenos asociados a él; específicamente se utiliza la perspectiva teorética del análisis del discurso (AD), que permite explorar los significados latentes, figuras gramaticales, pragmáticas y retóricas utilizadas por los participantes. Se asume con Van Dijk (1999) que el mundo social puede ser entendido como un conjunto de textos susceptibles de ser analizados. En particular, se hace uso de las herramientas de AD planteadas por Wetherell y Potter (1996), quienes proponen identificar los elementos discursivos usados por los hablantes para construir sus versiones sobre la realidad (repertorios interpretativos), estos últimos, cargados de figuras retóricas: tropos, metáforas, metonimias, etc. Bajo esta perspectiva analítica, se exploran los modos en que es usado el lenguaje para realizar prácticas específicas como criticar, censurar, alabar, disculpar, deslegitimar, etc., aquello que se denomina la función discursiva.

Se utilizó un muestreo intencional y por disponibilidad de sujetos, conformado por 30 excombatientes desmovilizados colectivamente y residentes del departamento de Antioquia-Colombia, 11 de sexo femenino y 19 de sexo masculino, en edades comprendidas entre los 18 y 40 años, vinculados a la ARN, que integraron las FARC-EP durante por lo menos 2 años y cuya situación jurídica les permite figurar como PPR. Todos participaron voluntariamente con las garantías éticas de la investigación en seres humanos (consentimiento informado, anonimato, privacidad, confidencialidad, etc.). No se buscó representatividad estadística, sino que se acudió a criterios de saturación teórica.

En el segundo semestre de 2019 se realizaron entrevistas individuales en profundidad mediante una guía flexible de preguntas abiertas, referidas al mundo objetivo y percibido del trabajo. Se indagó sobre las concepciones y afectos respecto al trabajo antes y después de la desmovilización, también por las barreras percibidas en su integración laboral postdesmovilización. El análisis de la información se realizó siguiendo las pautas de la investigación cualitativa y el AD: inicialmente, se transcribieron las entrevistas; luego se identificaron unidades de sentido, las cuales se codificaron y categorizaron en unidades mayores con la finalidad de identificar tendencias y repertorios que permitieran dar cuenta de procesos de metaforización, denominación, atribución, justificación o legitimación respecto al trabajo. La información analizada se ensambló en torno a dos grandes categorías: el repertorio interpretativo «estar tachado» y las barreras objetivas y percibidas frente al trabajo. Dichos procedimientos analíticos se realizaron con el apoyo del software Atlas-ti versión 7.5.

III. Resultados

En el contexto moderno, la vida laboral constituye un eje fundamental de socialización y construcción de identidad, a partir del cual las personas se sienten miembros significativos de la sociedad, reconociéndose en sus lógicas culturales. En este sentido, la reintegración laboral aporta a la configuración identitaria y a solidificar el sentimiento de pertenencia social del excombatiente, razón por la que aquellas barreras objetivas y subjetivas que se encuentran para acceder al campo laboral son significadas como discriminación y estigmatización. Esta experiencia será nombrada por los actores mediante el repertorio interpretativo estar tachado, marca ontológica que les impide acceder a distintos escenarios de la vida social. En palabras de Goffman (2009) esto se relaciona con signos que exhiben algo negativo y poco habitual en el estatus moral de quien los presenta, señalando aquello que se debe evitar en la vida pública y fomentando sentimientos de anulación de la utilidad del excombatiente (Hernández, Cañaveral y Morales, 2019).

Los resultados se estructuran en dos partes, primero se desarrolla el repertorio interpretativo estar tachado, nominación que da cuenta de un dique que altera la lógica trabajo-utilidad, funcionando como barrera para la reintegración. Luego se da cuenta de barreras que no permiten el acceso al escenario laboral como de aquellas que en su interior entorpecen la configuración identitaria.

III.1. Tachamiento para acceder a la vida laboral, el trabajo como columna vertebral de la reintegración

La idea del trabajo como relación social que dota de utilidad a las personas forma parte de una dimensión instituida del imaginario social. Esta creencia tiene una función de ordenamiento de las sociedades que históricamente lo hace imprescindible; el trabajo en cuanto práctica social constituye un lugar estructurador de las comunidades, derivando de él una serie de procesos vinculados al poder, como el establecimiento de roles, estatus, normas, etc., que establecen formas particulares de relacionarse con uno mismo y con los demás. En el imaginario del excombatiente la lógica trabajo-utilidad tiene principio de acción, de allí que el postconflicto sea significado como una oportunidad para ser alguien en la vida, este discurso de la utilidad establece que: ser=utilidad, en este sentido, darse el ser implica la realización de prácticas cargadas de valor social como el trabajo y el estudio, como se muestra a continuación:

Me siento a veces preocupado, quiero estudiar, tener un buen trabajito, sí, ser alguien en la vida para poder apoyar a mis papás, a mi familia, dar utilidades y aportar a las personas después de tanto tiempo que no estuve, pero es difícil arrancar. (Hombre-28-años)

Lo anterior lleva a considerar la utilidad social como un valor netamente contextual, en el sentido de que la experiencia del excombatiente es la de un sujeto cuya utilidad cobra sentido en el contexto de guerra, mas no en el contexto de la ciudadanía. Es decir, la transición experimentada por el excombatiente oscila entre la utilidad y la inutilidad, entre el heroísmo y la indolencia, entre la imagen del defensor y el saqueador. Véanse los siguientes relatos:

Extracto A: En el monte la tenía clara, nuestro objetivo era cuidar al campesino, defenderlo..., pa eso son las guerrillas. (Hombre-33-años)

Extracto B: Es muy difícil echar pa delante, uno aquí no sabe quién es, se siente uno todo extraño, va y busca trabajo y no se lo dan… ¿Entonces, cómo cambiar? ¿Cómo reinsertarse y ser un ciudadano común y corriente? Luego dicen los malentendidos que uno es un mantenido que le quita la plata y la comida a los otros. (Hombre-27-años)

Los extractos expresan una variabilidad discursiva con respecto a la utilidad social del excombatiente. En el A, la utilidad encuentra su imagen en la figura del guardián; en el B, es nombrada en términos de impedimento, lo que lleva a cuestionar la identidad misma del excombatiente: «uno aquí no sabe quién es», expresión que visibiliza una experiencia de limbo identitario (Hernández, Cañaveral y Morales, 2019).

Lo anterior permite significar la transición política hacia la paz, como un proceso de transformación, donde aquellos que no representaban utilidad social (combatientes) tienen el reto de convertirse en nuevos ciudadanos, categoría social que implica utilidad y pacifismo. Bajo este discurso, el postconflicto representa el desafío de construir un lugar común, donde los ciudadanos de siempre interactúen con aquellos nuevos ciudadanos que se integran al dispositivo utilitario. Sin embargo, el tránsito hacia la ciudadanía y hacia la paz social implica una serie de obstáculos que no permiten la construcción de ese lugar común, como lo son las prácticas de exclusión laboral (tachamiento), identificando tanto barreras subjetivas como objetivas. Prácticas que, desde una mirada inmunológica, dan cuenta de una movilización del sistema que tiene como objeto neutralizar aquello que pretende expandirse y posicionarse en espacios que nunca le han pertenecido. El siguiente relato da cuenta de ello: «Uno queda como tachadito siempre, ¿sí me entiende? Yo no sé qué pasa, ese es el problema hay veces de conseguir trabajo, porque estamos tachados, ¿sí me entiende? No lo dejan a uno pelechar» (Hombre-29-años).

Las prácticas de exclusión laboral dentro del imaginario del excombatiente actúan como amenaza directa para la construcción de paz, llevando a considerar el acceso al trabajo como columna vertebral de la transición política al postconflicto, junto con la vida familiar y el estudio.

El trabajo y la unión como condiciones para la paz, yo me pongo a analizar, así como hacen en otras partes, en otro país que toda la gente es unida, que todos trabajan, que todo un solo proyecto siempre, o sea, por ese medio puede que se fortalezca la paz. (Hombre-35-años)

Lo anterior muestra el desempleo del excombatiente como una condición susceptible de incidir en el posible fracaso de la reintegración y en su reincorporación a actividades ilícitas:

Porque uno así sentado puede pensar en muchas cosas, ¿me entiende? Se le meten ideas raras en la mente, ahí uno puede hacer cosas raras, mal hechas, ¿sí me entiende? Pero si usted tiene un trabajito, usted está en su trabajo, trabaja y todo eso, uno vive bien. (Hombre-28-años)

Atendiendo al panorama de empleabilidad en Colombia, se considera que no existen condiciones sociolaborales que favorezcan la reintegración, en este sentido, los excombatientes se enfrentan a un contexto complejo: por un lado, buscan trabajo en medio de los altos índices de desempleo y precariedad laboral, por otro, se enfrentan al estigma de ser excombatientes y las consecuencias en la empleabilidad que de allí derivan; y, por último, los escenarios laborales se neoliberalizan y postfordizan cada vez más, exigiendo competencias tecnológicas, requisitos formativos y civiles que en muchos casos no poseen, situación que desde un discurso de la competitividad laboral los hace menos aptos.

III.2. Barreras percibidas y objetivas

En los discursos se identifican, por un lado, barreras que no permiten el acceso del excombatiente al escenario laboral y, por otro, aquellas que, al interior de este, ponen trabas a su desarrollo identitario. Es sobre estas últimas donde el artículo profundizará.

III.2.1. Esconder el pasado, la identidad oculta

En los escenarios laborales los excombatientes optan con frecuencia por ocultar eventos de sus vidas, asumiendo el rol de personas reservadas; ello implica presentarse frente al otro sin pasado, es decir, ocultando aquellos referentes simbólicos y materiales a partir de los cuales fue posible su subjetivación. Esconder el pasado constituye un repertorio central de sus discursos, que tiene como función evitar el estigma. A partir de lo anterior, se considera que el escenario laboral refuerza el estado de limbo identitario, dado que cuenta con un pasado identitario de combatiente que ya no le representa, que ha dejado borraduras en su subjetividad de las cuales no puede hablar; pero, al mismo tiempo, está construyendo la imagen de un otro que no ha llegado a ser. Es así cómo su pasado y su presente entran en tensión, generándose una sensación de liminalidad que trata de resolverse escondiendo el pasado, como se muestra a continuación:

Gracias a Dios fui preparado en un lugar donde estaba primeramente con la disciplina de hablar poquito, y segundo, con la responsabilidad; me ha ido muy bien por lo que, pues primeramente la gente no sabe realmente quién hay debajo de ese uniforme, simplemente: ¿cómo está, celador?, ¿cómo le ha ido, celador? Yo me imagino que debe ser un impacto muy negativo si hoy o mañana yo dijera: «Ve, es que yo fui guerrillero», uy, no creo que eso no fuera conveniente, porque, de hecho, el patrón me dijo: «Hermano, aquí nadie puede saber de dónde viene ni qué ha hecho usted, su pasado déjelo allá». (Hombre-35-años)

En este relato, pasado y presente son entendidos como dos dimensiones del tiempo que deben disgregarse, así, el excombatiente en el escenario laboral accede a la demanda social de narrarse desde el presentismo (sin pasado), aunque dicha demanda conceptualmente constituya un absurdo, pues toda narración implica un trayecto temporal. Como plantea Ricoeur (2004), la narración en tanto acto del decir es una manera de significar la experiencia a través de su carácter de temporalidad, en síntesis, todo aquello que sucede en el tiempo es aquello que puede ser narrado. Según lo anterior, la absurdidad de la demanda de narrarse desde el presentismo logra evidenciarse cuando el excombatiente encuentra en el pasado aquel dispositivo disciplinario que le permite acomodarse en el presente: «Gracias a Dios fui preparado en un lugar donde estaba primeramente con la disciplina de hablar poquito»; ello muestra la imposibilidad de disgregar las dimensiones siempre temporales de las narrativas.

Precisando, la prescripción ser solo presente, además de configurar un absurdo, implica un impedimento para superar el estado de limbo identitario, pues si se reconoce que es a través de la narración que el sujeto puede encaminarse en un ejercicio de autocomprensión hermenéutica que le permita otorgarse una identidad narrativa, el hecho de decirle «su pasado déjelo allá» parece privarle de antemano de la posibilidad de vivenciarse como sujeto histórico. Es así como en el imaginario del excombatiente esconder el pasado constituye una estrategia para evitar la estigmatización, dado que revelarlo implica la posibilidad de perder el trabajo como lo refiere la siguiente participante:

En una empresa, entrar es un secreto, porque no todas las empresas tienen convenio con la desmovilización, porque nosotros pertenecemos a un grupo y eso es lo primero, no está fácil. Uno si es lo más sencillo, lo más humilde que se pueda, para que de pronto no vayan a pensar cosas diferentes de uno, uno trata como de no ponerse a hablar lo que no es, seguir la corriente, no decir nada de que yo vengo de aquí, porque entonces lo van a echar a uno, porque si hay gente que no va con uno. Eso es lo que nos ha dicho la gente de la ARN. (Mujer-29-años)

III.2.2. Otras barreras

III.2.2.1. Relacionadas con el desempleo y el poco dinero para la subsistencia

El desempleo constituye una de las principales barreras para la reintegración, esto puede llevar al excombatiente a considerar un retorno a las armas. A ello se suma que el beneficio económico otorgado por la ARN no permite saciar las necesidades básicas:

Una persona sin trabajo, recibiendo un aporte, pues lo que nosotros recibimos mensual son: si estudiamos, si llegamos a muchas capacitaciones, nos dan apenas $480.000 y eso no da pa’ nada, ¿cómo ajustar con esta situación de desempleo tan berraca, si no tienen la forma de sobrevivir qué les toca hacer? O sea, buscar otra vez armas. (Hombre-30-años)

En este relato aparece como función discursiva la justificación, así, el retorno a las armas se dibuja como una práctica alternativa y bajo ciertas circunstancias obligatoria para la sobrevivencia, configurándose la reintegración como una opción y no como único camino.

III.2.2.2. Relacionadas con la modalidad de contratación y la informalidad

El 70 % de los entrevistados refieren tener trabajos informales, situación generadora de angustia.

Estamos pasando necesidades, un estrés que nunca lo he tenido porque ahora es que vengo a tener lo que tengo, porque trabajo por ahí en lo que me salga, pero eso no dura nada, es uno como compitiendo y hay gente con más cancha; y pues tampoco me voy a delinquir porque no me gusta ya. (Mujer-28-años)

Este fragmento da cuenta de una captura en las lógicas del trabajo precario, mostrando los efectos angustiantes de la informalidad laboral en el sujeto, subjetivándolo como competidor, alguien que debe gestionar mejor sus competencias para ganar aquello que otro perderá. Por otro lado, hay un reconocimiento de la pertenencia al grupo armado en términos de «delincuencia», mas no de lucha ideológica, elemento discursivo que supone la captura del excombatiente en marcos normativos de moralidad. Finalmente, al comparar los dos relatos anteriores, se identifica una variación discursiva; en el primero, la escasez implica un tránsito inminente a la vía armada: «Si no tienen la forma de sobrevivir, ¿qué les toca hacer?, o sea, buscar otra vez armas», mientras, en el segundo, se dibuja la autonomía del sujeto al poder elegir las formas de vida que desea: «Y pues tampoco me voy a delinquir porque no me gusta ya, no me trama».

III.2.2.3. Relacionadas con requisitos empresariales

El 75 % de los entrevistados refiere que han perdido trabajos por no contar con libreta militar, con experiencia laboral o con estudios.

He estado ayudándole a mi mamá en la casa porque como dicen que uno tiene que tener un cartón de bachiller para poder trabajar, entonces, no lo tengo por el momento, otros le dicen a uno que no tiene experiencia, que no se puede. (Mujer-28-años)

La mayoría de guerrilleros y paramilitares no tienen nada para ofrecerles un trabajo. Van a buscar trabajo, no les dan por los estudios, o sea, porque a nosotros nos piden mucho: que la libreta militar, no nos dan trabajo así de fácil. (Hombre-30-años)

En lógicas organizacionales el mundo laboral parece no estar hecho para el excombatiente o, en un sentido más preciso, dentro del dispositivo laboral tiene el lugar de la exclusión, del sujeto menos apto, aquel que no ha gestionado bien su sí mismo para hacerse competente en medio de un mundo del riesgo que le exige ser empresario de sí (Foucault, 2007).

III.2.2.4.Relacionadas con proceso de gestión de la ARN

Entonces nosotros le decimos a la ARN para sacar la libreta militar: que no, que es un proceso muy largo, una vaina que la otra; nunca solucionan nada. Porque si ellos nos sacan la libreta militar rápido, nosotros conseguimos rápido trabajo, parecerían las cosas más fáciles. (Mujer-28-años)

Este relato da cuenta de los procesos burocráticos que entorpecen la vinculación laboral, generando descontento en los excombatientes al no responder efectivamente a sus demandas, de lo cual deriva un rechazo a la forma de actuación de la ARN, lo que inviste de una imagen poco favorable a la institucionalidad, constituyendo una amenaza para la construcción de paz.

III.2.2.5. Relacionadas con la falta de apoyo social en la crianza de los hijos

Me resultó una muy buena en almacenes Éxito, uy, nos llamaron, pero ¿qué?, me estancaron los hijos, estoy sola en este momento, porque mi marido anda trabajando en Bogotá ¿con quién dejo mis hijos?, le dije a una hermanita que viniera que yo le pagaba, me dijo que no podía dejar su casa sola porque tiene muchos animales, entonces ahí estoy, me tocó perder el trabajo. (Mujer-26-años)

Finalmente, se identifican deficientes redes de apoyo social y familiar en los excombatientes, que inciden en la vinculación laboral, si bien para la ARN la dimensión familiar constituye un eje fundamental para la reintegración, en el testimonio de los participantes aparecen de manera recurrente vínculos familiares complejos y en muchos otros la disolución de estos, como se muestra: «No puedo regresar al pueblo, por eso estoy aquí, no puedo ni visitar a la familia, me quiebran» (Hombre-35-años).

IV. Discusión y conclusiones

A nivel teórico, las discusiones contemporáneas sobre el trabajo en contextos neoliberales señalan una nueva economía psíquica del trabajador, que involucra la autorresponsabilización frente a sus éxitos y fracasos laborales. Así, el sujeto emerge como un ser excesivamente calculador de sus decisiones y riesgos, por tanto, el desempleo y las condiciones precarias de trabajo son meras consecuencias de sus malos cálculos, es decir, de una interioridad incapaz de gestionar su propio bienestar (Castel, 2010). Bajo este exceso de responsabilidad le sobreviene la acusada necesidad de crear las condiciones para gozar de una vida digna a costa del desasosiego intrínseco que supone el discurso de la ascesis de rendimiento, que fomenta la competencia con otros y configura el imaginario de un sujeto sin límites que siempre puede superarse. Es en dicha ascesis donde encuentra un camino para incidir voluntariamente sobre su salario, empleabilidad y condiciones de vida (Laval y Dardot, 2013). Según estos autores, esta economía psíquica está basada en la forma empresa, configurando sujetos comprometidos con mejorar sus resultados; con el perfeccionamiento continuo como condición de ser empleables, y que, en medio del riesgo, buscan maximizar los placeres, reducir pérdidas y responsabilizarse por sus fracasos.

Lo mencionado está parcialmente presente en la forma en que la ARN implementa la dimensión productiva con excombatientes, al capacitarlos y animarlos a emprender proyectos productivos de corte autogestionario; sin embargo, no es cercano a sus experiencias de trabajo, en primera medida porque en ellos no aparece el discurso de la autorresponsabilización; de hecho, las barreras sociolaborales se atribuyen a una exterioridad, advirtiendo que no hay psicologización de sus causas de desempleo. Consecuentemente, el discurso de la ascesis de rendimiento y la competencia no logra evidenciarse, debido a que sus dispositivos de subjetivación han sido evidentemente disciplinarios, constituyéndolos como sujetos responsables y obedientes frente a sus tareas cotidianas, así, su identidad y valor social no depende de prácticas de superación de sí mismos y de otros.

Por otra parte, se considera que los paradigmas de producción y regulación del trabajo (artesanal, taylorista, fordista, postfordista, capitalismo cognitivo) no son etapas secuenciales superadas la una por la otra, sino que es viable que convivan en un mismo espacio organizacional y temporalidad histórica, como es el caso de la sociedad laboral colombiana donde en una misma empresa pueden coincidir trabajos según lógicas temporales tayloristas, de producción en serie y masa como en el fordismo, desterritorializados y orientados por objetivos como en el postfordismo o inmateriales como en el capitalismo cognitivo (Morales, 2012). Esta coexistencia de modelos de producción genera múltiples formas de subjetivación laboral, sin embargo, los excombatientes, debido a su procedencia rural, su afiliación temprana al grupo armado y sus escasas experiencias de trabajo institucionalizado, encuentran barreras para su adaptación en estos entornos. Así, al no considerarse sus formas particulares de subjetivación laboral, su satisfacción y adhesión a los programas de reintegración suponen riesgos.

Sintetizando, la complejidad de los procesos de reintegración laboral pone en peligro las iniciativas de construcción de paz. Los hallazgos marcan caminos de trabajo que pueden contribuir a la implementación de la política pública de reintegración, implicando acciones directas para combatir las principales barreras de acceso al trabajo. Las acciones que se plantean son las siguientes:

A) Reducir las tasas de desempleo, informalidad y precariedad laboral de los excombatientes, ampliando los programas de sensibilización e incentivo dirigido a empresarios que vinculen capital humano en proceso de reintegración a la vida civil.

Como señalan Sandoval et al. (2018), la posición de los empresarios frente a la vinculación laboral de excombatientes en Colombia muestra una polarización que evidencia estigmas y prejuicios, por lo cual, se deben realizar acciones para movilizar sus imaginarios, lo que Barrios et al. (2019, p. 129) llaman «ponerle un rostro» a los excombatientes, proceso que implica que la población civil y los empresarios reconozcan sus historias de vida, como plataforma de reconciliación y debilitamiento del imaginario negativo que sostienen. Esto en sintonía con Rettberg (2013), quien refiere que, si el sector empresarial advierte los potenciales beneficios de la paz para sus organizaciones, como, por ejemplo, las utilidades fiscales o el aumento del reconocimiento de la empresa por su responsabilidad social, la participación del sector empresarial en pro de la paz sería más activa y efectiva.

B) Promover acciones de pedagogía social para reducir el estigma que pesa sobre el excombatiente durante los procesos de contratación y desempeño laboral.

Según Goffman (2009), el estigma actúa como una marca profundamente desacreditadora con la que carga un sujeto, llevándolo a modificar su comportamiento como en el caso de los excombatientes que, en muchas ocasiones, se ven obligados a esconder su marca en el escenario laboral para protegerse de visiones estereotipadas, prejuicios y discriminaciones, lo que inminentemente pone trabas al proceso de configuración identitaria, como se muestra en los resultados. Por lo anterior, las organizaciones con apoyo de la ARN deberían implementar en sus políticas de responsabilidad social acciones pedagógicas para la inclusión satisfactoria del excombatiente en el escenario laboral, que promuevan espacios solidarios donde puedan narrarse a sí mismos. Esto en sintonía con Barrios et al. (2019), quienes refieren que, para lograr una paz duradera y sostenible, es preciso convertir los espacios empresariales en escenarios vivos de reconciliación y construcción de paz, promoviendo dinámicas inclusivas donde la comunidad tenga la oportunidad de interactuar respetuosamente con los excombatientes para combatir los estigmas.

Este artículo señala la importancia de reflexionar y actuar sobre las barreras que la población objeto encuentra en el camino hacia la reintegración, pues estas inciden en los imaginarios sociales que guían sus prácticas cotidianas en el escenario de postconflicto. En esta línea, la investigación refuerza las consideraciones de Roldán (2013), quien expone cómo los excombatientes han encontrado dificultades que impiden el proceso de reintegración social, entre estas: los fenómenos de exclusión, categorización social, discriminación y uso de estereotipos en escenarios laborales; señalando cómo la falta de opciones laborales y económicas y el veto de su participación en los sectores productivos trae como consecuencia la reincidencia en la ilegalidad.

C) Promover escenarios laborales ajustados al perfil del excombatiente o en los que se brinden espacios formativos para que desarrolle las competencias requeridas antes de ser rechazado de los procesos de selección.

Los resultados coinciden con lo hallado por Gibson (2018) al enunciar la inconformidad de los excombatientes con el acompañamiento institucional en lo referido a la ruta de reintegración económica, ya que los talleres orientadores no desarrollan las competencias necesarias para enfrentarse al contexto laboral receptor, no contando con la formación requerida para compensar las experiencias rurales de trabajo, lo que obstaculiza su reintegración, dado que no hay coincidencia entre los saberes previos y las ofertas laborales vigentes. Lo anterior es reforzado por Thorsell (2013), quien indica que el perfil de los excombatientes no se ajusta a las demandas de los escenarios de trabajo. En este sentido, el mundo laboral contemporáneo es regido por un dispositivo neoliberal que excluye y culpabiliza al individuo que no ha sido subjetivado como un empresario de sí, es decir, como un sujeto que se perfecciona constantemente para hacerse más competente en un mundo laboral exigente y cambiante, suponiendo la suma continua e indetenible de requisitos empresariales y formativos. Bajo esta lógica, el excombatiente que se ha subjetivado en medio de un contexto de guerra no tiene otro lugar dentro del dispositivo que el de la exclusión y el de una vida precaria (Bedoya, 2018).

Se plantea que, si bien existen sectores productivos vetados para la población estudiada, deberían existir otros que se abran como oportunidad, toda vez que la naturaleza y los requerimientos técnicos de ciertos trabajos se ajustan a su pasado y conocimientos; en este sentido, no siempre puede hablarse de una transformación radical de la subjetividad en la reintegración laboral, pues algunas de las competencias forjadas en escenarios de conflicto pueden ser aprovechadas por las empresas y el mismo sujeto en beneficio de la actividad laboral, entre estas, las relacionadas con la disciplina, la vigilancia, el sentido de responsabilidad.

Complementando, según Delgado (2018), los programas de reintegración en Colombia son desarrollados con base en lógicas urbanas de eficiencia y productividad moderna, que desconocen e infravaloran los universos simbólicos y las competencias de los excombatientes, produciendo tensiones entre los modos de ser y estar en el mundo que implican barreras en la adaptación laboral. Por tal motivo, es necesaria la creación de escenarios laborales ajustados a su perfil, que obedezcan a lógicas más rurales y menos globalizadas; o que, por lo menos en las grandes urbes, las empresas de la mano con la ARN, atendiendo a la responsabilidad social con la paz, gestionen el desarrollo de las competencias necesarias para su vinculación laboral. Sintetizando, los planteamientos de Sánchez y Suárez (2007) recalcan que la principal problemática en la vinculación al mundo laboral de excombatientes se debe a que la educación impartida en la reintegración es insuficiente para garantizar la contratación; así mismo, en muchos casos no logran acceder a empleos relacionados con la oferta educativa a la cual accedieron durante el proceso generando insatisfacción.

D) Implementar un acompañamiento psicosocial que promueva la creación de redes de apoyo comunitario entre los excombatientes y la población civil.

Como señalan Ávila-Toscano y Madariaga (2010), a los excombatientes se les dificulta la generación de vínculos sociales posteriores al proceso de desmovilización; frente a esto, esta investigación refuerza los planteamientos de Cox (2005), quien refiere que las intervenciones deben orientarse a la creación de redes de apoyo y/o al fortalecimiento de las ya existentes, como condición de éxito de los procesos de reintegración. Así mismo, confirma hallazgos como los presentados por Mouly, Hernández y Giménez (2019), quienes postulan la importancia del capital social y de canales de diálogo comunitario para que las experiencias de reintegración sean efectivas. Se considera que dichas acciones contribuirían a la construcción de un escenario de postconflicto más cálido para los excombatientes que posibilite resignificar los sentimientos de desconfianza en la institucionalidad.

Concluyendo, se plantea que la política pública de reintegración y el Estado colombiano deben reforzar y establecer nuevas acciones psicosociales enfocadas a debilitar las barreras sociopolíticas y culturales para la reintegración. Por tal razón, resulta urgente que la academia continúe investigando las experiencias de distintas comunidades que se enfrentan al proceso de construcción de paz en el escenario de postconflicto, con el fin de construir un banco de saberes que nutra e inspire la implementación y desarrollo de acciones que ayuden a consolidar un ambiente de reintegración más cálido para el excombatiente. Finalmente, se identifica una dimensión no explorada que se asocia con la manera en que la desmovilización individual versus la colectiva facilita y/o dificulta los procesos identitarios y la reintegración. Este tema queda abierto para próximas investigaciones.

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1. Organización guerrillera de tendencia ideológica marxista-leninista, con una existencia de más de 50 años; representa uno de los principales actores del conflicto armado colombiano. El 24 de noviembre de 2016, tras la firma del acuerdo de paz con el Gobierno Nacional, adquirió el carácter de partido político, tomando hoy por nombre: Comunes. Actualmente tienen dos expresiones de actuación, como partido político y como grupo armado representado por reductos que no se desmovilizaron o que una vez desmovilizados retornaron a las armas (FARC, 2020).

AMÉRICALATINAHOY

ISSN: 1130-2887 - eISSN: 2340-4396

DOI: https://doi.org/10.14201/alh.

año 2021

agosto

vol 88

21

DOI 24083